viernes, 22 de mayo de 2015

Qué se yo

Siempre me gustó escribir, pero por algún motivo dejé de hacerlo. Años después, cuando (tantas veces) intenté retomar el hábito me encontré con un importante obstáculo: ¿sobre qué escribo? O me atrapaban pensamientos molestos de "No se me ocurre nada...". Chispazos mentales con ganas de comenzar grandes relatos, historias, novelas... Llevaron a comienzos truncos, párrafos inconclusos que quedaron en la nada. Literales callejones sin salida en forma de palabras destinadas a morir olvidadas en un papel o notepad. Creo haberme dado cuenta de mi grave error: cargar de finalidades y presiones a una actividad que se supone debería darme placer, que debería estar inspirada por las simples ganas de hacerla sin importar el resultado ni si le gusta a todo el mundo. La única exigencia que me permitiré poner es la necesaria de sentarme regularmente y escribir, sin más pretensiones.